Buya es una palabra que me encanta. Sobre todo desde que, en las elecciones, vi un chiste en algún periódico que decía "me come la buya". Pues sí. Yo vivo en ella.
Aparte de la locura intrínseca que implica la huelga del transporte, mis jefes parecen que han confundido esto con un hormiguero. Antes se iban a última hora y me dejaban unos minutos de relax. Pero ahora no puedo echarle ni un ojillo al periódico digital, porque aparecen en la puerta como los piojos, sin avisar.
Así que, como no puedo mantener una conversación levemente coherente y que dure más de tres minutos con nadie, lo suelto akí, y ya lo leeís. Coño.
Isargard de mis lijas, el sábado-sabadete estuve en el Ikea. No compré nada más que pollaillas, y me gasté un webín, porque empiezas a echar chuminás en el carro y luego resulta que hay que pagarlo, oyes. He comprado los plafones o como sea para el baño, un juego de cucharas grandes (y otras cosas que, como no puede ser de otra forma, desconozco), y cosas así. ¡Ah! y una mega-foto de N.Y. para ponerla en el salón.
Te lo quería haber dicho antes, pero me monopolizabas con tu muela-mutante.
Y anoche compramos el salón. Tengo miedo de que no entre todo en la habitación :S Pero el sueco dice que don't worry. Ya veremos...
Bueno... Tengo zueño y el teléfono me tortura.
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