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Amos a ver. Yo no hago un uso elitista de la tele. No soy una de esas personas (muy respetables todas) que dicen: "Uy, ¿yoooo? ¿la teleee? Uy, nada. Si acaaaaso las noticias y los documentaaaaleessss, osea."

Yo sí. Yo ceno viendo la tele. Quizás, si tuviera posibilidades de bajarme Bones y alguna otra serie, la vería menos, alguna cosa puntual y fin. Pero como no, pues veo la tele.

Y se ven anuncios. Aunque no quieras. Aunque estés viendo el Mentalista y cuando sale un anuncio de Omega3 saltes como una histérica en rebajas hacia el mando para ponerlo en Clan a ver si está Bob Esponja. Sí. Me gusta Bob Esponja. Calamardo me cae bien. Soy una mezcla exacta entre los dos. He dicho.

Pues me exasperan ciertos anuncios. No por nada, si no por odiosos. Taquicárdica me pone el anuncio del niño gilipollas que recicla bebiendo agua mineral. No porque beba ese agua, que me lo reflanflinfla, si no por cómo lo dice. "¡Claro que sí, señorita!"

¬¬ ¿Por qué la madre le escarda el pelo si ya llama lo suficiente la atención con ese tonillo de voz y esa sonrisa tan diabólicamente empalagosa y forzada??? ¿Será que en su subconsciente está fomentando el mobbing, pero dirigido al insoportable de su hijo?

Ya es difícil ser un infante, para que tu madre te odie y te sabotee de esa forma.

Otro tipo de anuncios que veo una inutilidad son los de máscara de pestañas.

- ¡Gigantiza tus pestañas!

- ¡Extrapola y extraextensiona tus pestañas!

- ¡Pestañas que atravesarán paredes de hormigón como si fuesen de corcho!

- ¡Tus pestañas sustituirán a las pértigas en las próximas Olimpiadas!

Pa qué coño sueltas eso, si luego vas a indicar en letras ultrapequeñas: "Efecto intensificado con extensiones"

Si no te llegan las gafas a esa frase, luego vas y te deprimes al usar el megainvento y ver tus cuatro pelos de rata, negros, espatarrados y con un pegotazo en la punta cada uno.

Y el colmo de los colmos son los anuncios de productos que requieren financiación. La letra pequeña. Esa letra pequeña. Esas frases que pasan a una velocidad tan terminal que pierden su condición de sílabas y se transforman en una línea, prima hermana de Fernando Alonso.

Por ley, deberían fijar una velocidad determinada para esa línea. La otra noche vi el anuncio de un coche que, por cómo iba la línea, quien se lo compre estará pagando más coche que hipoteca durante toda su vida. Pero sin saberlo.

Pero no todo es horrible y depravado en el mundo de la publicidad. También están los anuncios de la Mixta, que son geniales y surrealistas. Parecen una patochá, pero ¿a quién de nosotros se le ocurriría que un delfín cantando a trozos una canción versionada servía para anunciar una cerveza? ¿A quién? Pues eso.