OCURRIÓ CERCA DE TU CASA: ¡JEFES!

Bueno, como nadie me lo ha dicho, me lo digo yo misma:

- ¡Criatura! En la anterior entrada, estás genial simpsonizada, ¡eres idéntica!

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Sigo con la entrada...

Little-Boss entra en la oficina y se sienta en su mesa. Mira el ordenador fijamente y suelta:

- ¡Big-Boss! Ten más cuidado a la hora de rellenar los cheques. He ido al banco y no coincidían la cifra con la cantidad escrita. Y me han ingresado la escrita.

- ¡Arg!

- Sí, me has regalado 12 euros.

- ¡Dámelos!

- Mejor me los quedo. Verás: lo hago por tu bien. Si te los doy ahora, la próxima vez cometerás el mismo error. Así te acuerdas y tienes más cuidado.

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Big-Boss sale de su despacho y mira a Little-Boss (este fue un momento Isargard y las fiestas de su pueblo):

- Eh, little-boss, me ha llamado Maria José para ver si se quedaba con mi conejo.

- ¿Qué te ha dicho?

- Bah! Al final, nada. Dice que lo tengo muy grande.

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Gran-Jefa (casada con Big-Boss, no me manda nada, pero es más GRANDE, MÁS DIVINA que él... Puede decirte sin despeinarse "voy a ver si aprovecho esta tarde y hago al menos una sesión de GAP") sentada con sus vaqueritos de la talla 34 en el mueble del fax. Mira por los ventanales hacia la calle.

- ¡Oh, mira! ¡Mira como se quieren esos!

Mi persona mira y ve a una pareja pelando la pava.

Yo: - Sí, son jóvenes, aún no se han aborrecido.

Ella, conjuntada de arriba a abajo, con sus supertaconazos:

- ¡Qué envidia! Ains... ¡Qué envidia!

Sale Big-Boss de su despacho.

- Mmmm... ¿Te da envidia? Pues sal a ver si te dan un beso a ti también.

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Y ya no han dicho algo más que sea gracioso en todo este año. Sin verlo en vivo y en directo quizás no sea algo como para mondarse. Pero cuando estás sentada aquí, con el pinganillo de la Madonna en la oreja y un montón de gilipollas al otro lado de la línea telefónica, cualquier gilipollez así se agradece.